19 diciembre 2019

Ir a España, sin salir de Norteamérica


Encontrar a España, fuera de España. Hoy en día, parecería tratarse del Little Spain en Nueva York, inaugurado en este 2019. Pero para 1969, era un desafío a la altura de un marinero muy viajador que tuvo que exiliarse fuera de España, primero por motivos económicos y familiares, posteriormente por el régimen franquista y su pasado como soldado republicano y prisionero de un campo de concentración franquista. Para alguien que había sobrevivido varios campos de concentración franquistas, una vuelta precipitada a su país sería un lujo totalmente descabellado (acabaría volviendo, como muchos, después de la muerte de Franco: enlace). Pero inevitablemente el tiempo hacía estrechos en el corazón de Vicente Sanchis Amades y éste buscaba maneras de acercarse a su cultura y sus raíces a lo lejos. Había mudado, recién casado, a Nueva York y Connecticut, zonas de congruencia española y valenciana, entre 1949 y 1950, pero muy atrás quedaba para finales de los 60. Habría que echar usos de su industria para recrear unas vacaciones Made in Spain, sin ir a España. Así interpreto un viaje, hasta ahora inidentificable en las fotos de mi antepasado. Como el polaroid mismo, la paciencia y la fuerza hacen que se esclarece la imagen del pasado.
Posando a la derecha, mi abuelo, Vicente Sanchis Amades

En marzo de 2013 y después de unas largas investigaciones, recuperé las cenizas de mi abuelo, que nunca fueron enterrados y que misteriosamente se encontraban en poder de una sobrina de una esposa posterior a mi abuela. De hecho, la falta de paradero final, ni registro en ningún cementerio fue el gran impulso para que yo fuera insistiendo en mis búsquedas. Simplemente, no concretaba su paradero final.

Acabé heredando su colección de fotos, con las cenizas, y mientras otros viajes encajaban en seguida, este resistió. Dentro de los polaroid figuraban tres viajes: Niágara (agosto del 69), España (agosto del 78) y un tercero difícil de ubicar. Se enseñan banderas de Thailandia y de Canadá.  Se presentaba un escenario exótico, con edificios llamativos, y de apariencia asiática en el fondo. Pero entre las mismas fechas marcadas una peculiar exposición sobre Valencia. ¿Serían de un mismo viaje? ¿De dónde exactamente?

Postal de la Expo '67 en donde se aprecia
el mismo edificio de la foto de mi abuelo
Acabé descubriendo que esta ciudad fantasma, futurista e internacional era precisamente una ciudad vibrante de vida cultural transformada en la "ciudad del futuro": Montréal, el escenario de la Exposición Mundial de 1967. Los edificios peculiares eran pabellones de los distintos países participantes pero... España no participó. El gobierno franquista aparentemente no quiso potenciar la imagen internacional y turística de España a través del Expo, o directamente como pasó con China y Sudáfrica, no fueron invitados.

Al menos así me constaba hasta que recientemente solucionamos el incógnito: España no participa en el Expo pero sí alquila un pabellón en los años posteriores a la Exposición mundial cuando todavía vienen millones de turistas. Viendo que la Expo de Montréal era el más asistido y más popular de la historia moderna de estos eventos, y además la inversión realizada, se prolongó durante varios años la presencia física de los pabellones y de muchas delegaciones de países extranjeros. De hecho, el Expo '67 sería el detonante para que la ciudad albergara a Las Olimpiadas en la siguiente década en la ciudad quebecois. En estos años de la prolongación, apareció España.

La exhibición estaba prevista
que permaneciera solamente durante los meses de verano
Desde agosto de 1969, más de dos años después de la inauguración del Expo, España alquila un pabellón antes en posesión de Escandinavia.

En este Pabellón, se aprecian, en las fotos de mi abuelo y en un folleto rescatado de la época, que se presentaba bailes de flamenco, películas, imágenes, vestidos y la gastronomía del país.

Con mi esposa delante de la Basílica de Notre Dame en Montreal
Recientemente, tuve el honor de volver a un sitio donde nunca he estado: Montreal. Me hacía mucha ilusión por todo el renombre cultural que se asocia con esta gran ciudad pero sobre todo por volver a descubrir y caminar detrás de los pasos de mi antepasado. Escribiré más adelante sobre las obras de Guastavino que localizamos allí y algunas anécdotas más del viaje.

Precisamente, para mi abuelo, ir a Montréal era volver a España, un destino prohibido por su pasado como soldado republicano. También representa el amor y patriotismo de uno que realiza un viaje tan extraordinario: la presencia española solo se garantizaba durante unos meses, era un viaje internacional y un viaje en coche (sin duda alguna modo de transportación dado su paso por Niágara) de alrededor de mil kilómetros. Es más, que estas fotos, principalmente del espectáculo de baile y una vitrina con un vestido de Valencia, fueran de las poquísimas posesiones que le sobrevivieron y me llegaron a mí, habla del valor inverosímil que la experiencia y memorias significaron para mi abuelo. Era la única manera de aproximarse a su cultura y raíces, estando tan lejos y teniendo prohibido su vuelta mientras Franco todavía echaba carbón monóxido, acción que dejaría de hacer en la década posterior al viaje.

FOTOGALERÍA:









Hoy en día la ubicación de la Expo 67 ejerce como pista de la Fórmula 1

FOLLETO DE LA PRESENTCIA ESPAÑOLA EN LA EXPO DE MONTREAL DEL 67: