05 marzo 2013

5 de marzo de 1923

Desde que hice el trayecto "Ohio al Cabanyal" la primavera pasada, parece que todas mis investigaciones me salen de maravilla. Donde antes me costaba tiempo interminable para que fructificara una pista decente por el camino de las investigaciones, ahora parece que las pistas me buscan a mí. Pronto habrán novedades muy importantes aquí en mi blog. Hoy toca reconocer un aniversario especial... 

Al extemo izquierdo, está mi abuelo.  Desconozco el barco y la fecha precisa de esta foto,
así que no puedo asegurar que coincide con los hechos que voy a relatar aquí.
Sin embargo, mi abuelo es bastante jovencito en esta foto y creo que sería más o menos de la época en cuestión
Mi abuelo llega a Nueva York
Hoy, el 5 de marzo de 2013, curiosamente la fecha de mi cumpleaños, hace 90 años desde que mi abuelo llegó a Nueva York, pisando por primera vez suelo estadounidense, imagino que lleno de ilusión y nervios al iniciar una vida completamente nueva en el nuevo continente.

El Cabanyal (en los 20)
Juro haber intentado en muchas ocasiones encontrar la fecha de llegada de mi abuelo, Vicente Sanchis Amades, a Estados Unidos. Siempre se me escapó pero de repente este pasado enero lo pude descubrir. Tenía claro, más por intuición y la ley de la probabilidad que otra cosa, que en su momento mi abuelo tuvo que haber entrado en Estados Unidos por el puerto de Nueva York. Por fin, tengo las pruebas para poder afirmarlo. La fecha es una confirmación más de que mi abuelo ya había pasado una época en los Estados Unidos antes de volver a España durante la Guerra Civil Española como brigadista internacional.

El "Galley Boy" del Cabo Espartell II
Cabo Espartel II
Mi iaio llegó un 5 de marzo de 1923 a la isla "Ellis", un sitio legendario y muy emblemático en este país de inmigrantes como es Estados Unidos. Mi iaio había sido el "galley boy" (mozo de cabina) del barco transatlántico el Cabo Espartel II. Habría emprendido el viaje transatlántico, atravesando el mar, el 9 de febrero de aquel año. Aquel día, el SS Cabo Espartel de la compañía Ybarra salió del puerto de Sevilla rumbo a Nueva York. Según el archivo de Elis Island, mi iaio estaba trabajando en este barco desde el 19 de enero de aquel año. Con casi toda seguridad, hizo de mozo de cabina para poder pagar el viaje transatlántico porque una vez allí, entró en los EE.UU. El Cabanyal de su niñez se quedó atrás, en el retrovisor.

Un recuerdo familiar podría situarle a mi abuelo en Sevilla
Curiosamente, de lo poco que se acuerda mi madre de su padre, siempre cuenta que había sido vendido a un grupo de gitanos como trabajador y, según esa leyenda familiar, que era un poco el negocio familiar. Su hermano le vendió a los gitanos y luego esperaban que el hermano menor Vicente escaparía. Es imposible de dar pruebas a esa historia del que yo antes no lo tomaba muy en serio. Sin embargo, esa historia podría situarle a mi iaio precisamente en Sevilla en 1923. También podría explicar por qué quiso emprender una nueva vida en Estados Unidos, además de su espíritu aventurero, podría empujarle más la necesidad de escapar de sus captores.

Con tan sólo 16 años...
Como bien saben los que me han acompañado en este lindo camino de auto-descubrimiento, han habido muchas curiosidades y ocurrencias sobrenaturales. En 1923, cuando mi iaio cruce por primera vez el Atlántico, dirección Estados Unidos, cuenta con tan sólo 16 años. En 2006, cuando su nieto, yo, vuela sobre el Atlántico por primera vez, dirección España, cuenta con tan sólo 16 años.

El destino hizo que realizamos viajes completamente inversos con la misma edad, una edad curiosa porque es la plenitud de la adolescencia cuando uno empieza a madurar de verdad, tanto físicamente como mentalmente. Nuestros cerebros estaban en plena formación y ese espíritu nuestro de aventurero y el hecho de que nos abrimos al mundo en muchos sentidos, a probar otro estilo de vida, otra cultura diferente de la que conocimos antes, resultó muy impactante. Para mí, me cambió la vida y el rumbo que llevaba completamente. Marcó un claro antes y después en mi vida y creo que estaré hablando de aquel momento, aquel cambio radical, el resto de mi vida como igualmente mi abuelo me podría hablar de cómo el rumbo de su vida tomó un giro irreversible en su día.

¿Soy la reencarnación de mi abuelo?
Todo lo que estoy viviendo me lleva a creer mucho esta frase. En  muchos sentidos, pienso y siento que soy la reencarnación de mi iaio, destinado a seguirle, conectado a él por siempre. Voy recuperando su memoria y voy haciéndolo al protagonizar muchas veces el inverso de lo que le pasó a mi iaio en su día... Él tuvo que abandonar El Cabanyal por Ohio, yo lo encuentro a El Cabanyal desde Ohio. Le roban el pasaporte español en España, yo recibo mi pasaporte español en Estados Unidos. Tiene que renunciar la nacionalidad española, yo la consigo. Y, sobre todo, mi iaio perdió un poco, tuvo que perder, sus raíces valencianas, su identidad propia y yo me empeño en recuperlas con toda mi alma.

¡Visca El Cabanyal! 
¡Visca el meu iaio!

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