En esa historia en dos partes toca revelar las novedades importantes en mis investigaciones sobre mi abuelo, Vicente Sanchis Amades, desde que volví de El Cabanyal con muchísimas ganas de descubrir las raíces ohionesas de mi iaio...
Un viaje de ida y vuelta
En 2011, José Lluis García Nieves, gran levantinista, periodista y amigo, escribió un artículo sobre mi historia personal y mis investigaciones titulado "
De Ohio al Cabanyal" en el Levante-EMV. Me encantó el título. Resumía a la perfección la trayectoria que yo había vivido en busca de mi abuelo. Había descubierto el viejo barrio de mi abuelo desde el otro lado del charco en Ohio. Hoy toca hablar sobre el trayecto inverso, el viaje que emprendió mi abuelo en 1923 un viaje maravilloso que yo nunca esperaba y que, precisamente, a mí me ha tocado vivir desde mi última visita a Valencia
"Del Cabanyal a Ohio". Como dije en mi última entrada, "
El 5 de marzo de 1923", mucha veces me toca a mí recorrer los pasos de mi abuelo en la dirección inversa de lo que hizo él, pero en este caso he salido de nuestro Cabanyal, como mi abuelo antes, a conocer más en profundidad su próxima etapa, su etapa ohionesa.
Sigo con mis investigaciones, sin realmente tener una meta final más allá de seguir y continuar recuperando la memoria de mi abuelo valenciano que lamento profundamente no haber conocido personalmente en esta vida. Va cayendo del cielo la recompensa para todos mis esfuerzos.
"
Pero... ¿Por qué sigues investigando? ¿Qué buscas?" me pregunta mi novia con insistencia al escuchar el enésimo dato nuevo y relativamente insignificante sobre mis ancestros. Le respondo como puedo. Es difícil explicarle a una persona un sentimiento, un anhelo ilógico que uno lleva por dentro, el deseo imparable por conseguir algo que no sabes muy bien lo que es. La mujer de mi corazón y la persona más cercana a mí en esta vida, mi novia, dudaba.
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Si es que ya tienes la nacionalidad española, ¿Qué buscas?"
Pero nunca fue eso. Sí, es cierto que recuperar la nacionalidad española fue un motivo importante, algo que yo podía hacer por mi abuelo y mis ancestros, un homenaje en su memoria. Pero esa búsqueda en la que sigo estando siempre perseguía mucho más que eso.
Desde las primeras palabras escritas en este blog,
buscaba mi abuelo y quería descubrir quién soy. Si yo pudiera elegir el último capítulo de esta historia, sería encontrar a mi abuelo vivo y sentar a tomar un café con él, charlar de su vida, de todo lo que vio, del Cabanyal, del mar, del viento, del sufrimiento, de la guerra, del campo de concentración, de la poesía, del Levante, de la vida, de Ohio, de ser pescador y marinero, del todo. A día de hoy puedo decir que estoy más cerca de mi
iaio que nunca.
Cada día doy un pasito más hacia él, hacia quien fue, hacia quien soy.
Así es que he seguido con mis investigaciones con un interés que aumenta cada día. Recopilando y investigando datos aparentemente insignificantes, analizando fechas y formulando teorías para rellenar las etapas donde no hay fechas o bien hay contrastes en los hechos documentados.
Estaba muy metido en esa búsqueda en la oscuridad, a veces sin dirección, cuando mi abuelo bajó a guiarme la mente hacia donde él quería, precisamente hacia donde él estaba.
Aproveché los recursos de una biblioteca pública aquí en Iowa en varias ocasiones pero el gran descubrimiento ocurrió en mi apartamento un viernes por la noche este pasado enero. Decidí seguir la pista de la última esposa de mi abuelo, ya que él se casó de nuevo cuando se divorciaron mis abuelos en 1964.
Es un camino que había perseguido antes en varias ocasiones durante los últimos seis años. Ella murió en 2004 y siempre vi como mis intentos de descubrir algo acerca de ella se frustraban. Ni con su nombre original pude encontrar algo antes de aquella noche mágica en enero. Aquella noche me salió un censo del año 1940. Parecía imposible pero allí estuvo:
tenía una hermana menor. Hice los cálculos y decidí que era posible que aún estaba viva.
Tendría unos 85 años.
Mis primeros intentos de encontrarla fallaron. Sólo tuve su apellido fraternal y si se casó, lo habría cambiado sin volver a usar su original como es el costumbre en este país. Hice búsquedas en la web y no me salió nada. No me desanimé, al contrario, me animaba porque no encontré ningún obituario suyo. Dentro de unas horas encontré otro obituario, no el suyo, que me daría la pista definitiva. Se casó, esa hermana de la esposa de mi abuelo, y al fallecer su marido, incluyeron el apellido original de ella junto con el apellido de su marido. Ya lo tenía claro porque además el obituario era reciente (2011) y afirmaba que le sobrevivía.
Dentro de nada encontré su domicilio y su número de teléfono. Allí me entraron las dudas.
¿Cómo explicar la emoción que sentía en aquel momento, lo que todo esto significa para mí? ¿Cómo expresarme bien? A caso ella ni siquiera iba a querer hablar conmigo ni ayudarme. Sabía que mi familia y su hermana no se llevaban tan bien como era de esperar. Inicialmente, era como conducir por primera vez. Descubres algo con mucha alegría e ilusión, y al final te mueres de miedo de ponerlo en moción. Sabía que podría ser el paso definitivo en conocerle a mi abuelo.
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La foto de la boda de mis padres con mi abuelo y su esposa |
Redacté y edité con mucha precaución una carta de una página. Intenté dejar patente mi fascinación con mi abuelo y mis deseos de aprender más y entrevistarle. Y decidí incluir una foto de mi abuelo y su hermana en la boda de mis padres (a la derecha). Era una foto que seguramente nunca la había visto.
Sellé el sobre y lo puse en el cajón de correos y empecé a contar atrás con mucha ansiedad los días. Ya sabía de memoria después de enviar tantas cosas de aquí a Ohio, que serían cuatro días fijos de trayecto desde Iowa a Ohio para el sobre y cuatro días más para que llegara una hipotética respuesta. Sabiendo que no traen correo los domingos, serían básicamente dos semanas.
Era una espera inagotable. Estuve sumando no sólo los días sino también las horas desde la llegada estimada de la carta. Pero no llegaba la respuesta. Incluso, empecé a aceptar que no querían hablar conmigo, a contar los muchos logros de los que he disfrutado en mis investigaciones y dar por pérdida esa batalla, a perseguir otra.
Pero el caso no terminaría así.